jueves, 23 de julio de 2020

El místico sueño de la madre tierra y un troll.

Un día, mientras todo estaba en calma, el troll despertó bajo el cobijo de un hermoso árbol. De sus hojas brotaban hermosas gotas titilantes de roció, sus ramas se sacudían suavemente con la brisa delicada de la montaña, y de su corteza brotaba el aroma más dulce que el troll jamás, salvo en sus sueños, había olido.

Se levanto luego de algunos minutos, estiro sus largos y grandes brazos, tenso su espalda y piernas a la par que respiraba profundamente el dulce perfume de la madre tierra, luego, exhalo con fuerza.
Un sonoro pero cansado gruñir salio de su enorme boca antes de relajar nuevamente su cuerpo y mirar al Este, donde el sol lo esperaba con una cálida y amable caricia de sus dorados rayos, cómo si este le diera lo buenos días.



Así seria, un hermoso día en sus pensamientos, el sólo despertar en aquel lugar era una gran dicha, tan grande cómo lo era el troll, tan grande cómo es respirar en paz y tranquilidad.
El troll amaba esa dicha, aunque sabia que muy pronto volvería a dormir y entonces la dicha terminaría por alguna horas, desde que el amable y amoroso sol dominara los azules cielos, hasta que este durmiera cómodamente y su amante, la luna, fuera quien se posara en los cielos y despertara al troll con una hermosa y silenciosa canción de cuna.

Aquel lugar mágico y hermoso, seguía siendo tan hermoso cómo lo era de día. El tierno árbol que lo cubría era iluminado por pequeña luces, que volaban con gracia y suavidad a su alrededor. A los ojos del Troll, era cómo escuchar un "Buenas noches mi pequeño hijo", de la misma manera que el roció de la mañana le deseaba los buenos días.



"Buenas noches, madre mía". Era la respuesta que salia sus sus labios antes de dar algunos pasos y sentarse junto a una pequeña fogata.
Las llamas frente a él ardían con una incontrolable fuerza, la madera crispaba una relajante canción mientras se encargaba de recibir a su amigo troll con un cálido abrazo.

Frente aquella fogata, con la suave luz de la noche acariciando su cuerpo, y el sonido de las aves y animales nocturnos cómo compañía. El troll llevo su gruesa mano a su bolsa, tomando de esta su larga pipa, un regalo que alguna vez su madre le dio en la forma de una rama.
Coloco un poco de hierba dentro de esta y con un poco de ayuda de su amigo fuego, el humo broto de su boca, una densa y maravillosa nubecilla de que con la misma rapidez que vivo, se desvaneció por el cielo nocturno.

El bosque bajo la montaña esta en calma, la tierra estaba en calma, la vida estaba en completa calma.

"Estoy en calma" Dijo el Troll fumando un poco más de aquella hierba, de su hierba de ensueño.

Etiquetas: , ,